- Hola, buenas tardes, quisiera hablar con Ana
- Creo que te has equivocado, no hay ninguna Ana en este despacho
- El número de teléfono al que llamo corresponde a una tal Anna Karenina, no es ahí?
Durante unos segundos mi mente se trasladó a un siglo que no me corresponde o quizás sí... El personaje de Tolstói marcó tal sentimiento en mí, que apoderándome de su nombre lo utilicé para mi correo electrónico.
Aclarada la confusión al agente comercial, continué con mi trabajo y todo lo que me restó de tarde dejé de ser Carmen en mi imaginación.
A veces se puede perder todo por un sueño, hasta la propia vida.