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Publicado por
Carmen Vikinga
en
20:13
Muriendo el día, restando las horas,
te burlas de mí,
apoderándote del tiempo
no me dejas consumar lo que debí hacer y no hice.
Enojado,cerrando tu valija,
te llevas parte de mi vida
tras haber guardado, entre otras muchas cosas,
tantos agradecimientos
como ofensas que no fui capaz de perdonar.
Dejando a la deriva momentos de angustia,
empaquetas promesas incumplidas e intenciones quebrantadas,
porque la solidez de mi cobardía venció a la de mi proeza.
Mesando tus barbas,
aún compasivo,
aleccionas mis errores, avisándome,
de que no fuiste el culpable de mi incuria.
Y en tu débil agonía,
aún misericordioso,
una burlesca reverencia
me muestra el camino que se abre ante mí
donde sea capaz de redimirme.
Con tu adiós, viejo amigo,
me previenes:
"Existe un final en el que todo se acaba,
lo perdido ya no es recuperable".
Esta noche, en tu último segundo,
cuando me des las espalda,
no dejaré que te lleves mi único propósito.
Si volviera a recaer en mi error
habré de recordarte,
mostrado el dolor causado a la vida desaprovechada,
enmendaré mis culpas.
2 comentarios:
Es de madurez reconocer que uno se ha equivocado y procurar enmendarse, pero más maduro pudiera ser, reconocer las debilidades del otro, decirselasa la cara y mantener la cabeza muy alta.
Besibrazos.
Hay que tener una sensibilidad especial para no herir demasiado cuando se dice adiós. Este poema fue escrito la tarde de fin de año, me paré a pensar todo aquello que hice y que dejé por hacer durante los 365 días ya agotados. Al año que se iba le puse rostro y así me habló,espero que en éste, que ya estamos viviendo, no recaer en los errores pasados.
Un besazo, Guille.
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